jueves, 25 de noviembre de 2010

Primeros pasos, observar el entorno...

Hoy como tantas veces, volví a descubrir que estaba equivocado.
Como es habitual, leo, escribo, observo y me "inspiro" (si a esto podemos llamarle inspiración) mientras viajo camino al trabajo, a casa o a donde sea. Creo que soy un buen observador y pensaba que en Buenos Aires sería difícil encontrar un abanico de personajes mas amplio que el del tren Sarmiento. Error.
Solo es cuestión de abrir bien los ojos y mirar, mirar sin el filtro de indiferencia que nos pone la rutina. A partir de ahí vamos a ver la verdadera realidad, la de la calle, la de la gente que sale a pelear o disfrutar cada día a su manera. 
El tachero que va frenando todo el tráfico sin importarle nada mientras trata de encontrar un pasajero y en cuanto lo consigue sale a toda prisa, tocando bocina e insultando a sus compañeros que hacen lo mismo que hacía el diez segundos antes, el colectivero que viene atrasado y cada dos paradas sube alguien que le dice de todo o simplemente le pregunta qué pasa que tardó tanto. Y tantos otros...
Así que hoy me calcé mis ojos de niño y traté de ver todo de otra forma. Mágicamente después de tantos años guardados, funcionaron. Prácticamente me fui chocando con ciertos personajes que solamente voy a nombrar porque cada uno merece una entrada aparte para contar lo poco o mucho que pude observar y aprender de sus vidas con cruzarlos algunos segundos o tal vez minutos.
Por orden de aparición hoy encontré los siguientes:
- La mujer coqueta del colectivo.
- El gordito sin piernas y el hombre miniatura del subte.
- Angelito, el ciego que está en la salida por Corrientes y San Martín de la estación Florida del Subte B. En realidad no se como se llama pero lo veo desde hace unos quince años en el mismo lugar, siempre está igual, sintiendo el paso de miles de personas y aunque no las ve podría jurar que las distingue, por eso el nombre.
- El loco de los mamelucos, a ese menos mal que no me lo choqué.
y para finalizar en el camino de regreso, El señor cara de berenjena.

La ciudad está llena, repleta de personajes que viven su día a día vaya a saber cómo, seguramente de alguna forma que para mas de uno de nosotros sería insoportable, a algunos de esos les pedí disculpas en mi entrada de ayer. No los envidio para nada, mas bien los admiro. Admiro sus ganas de levantarse cada mañana y salir a repetir esa rutina.
¿Será que la noche realmente surte un efecto de renovador en nosotros y nos reinicia el ánimo para afrontar de nuevo el día? Puede ser.

Mi humilde consejo es que busquen donde tienen guardados sus "ojos de niño" y se los calcen un rato, aunque sea mientras viajan. En algún lado los tienen que haber dejado, en algún cuento o juego viejo, en la casa de sus padres, en el colegio, no sé... Seguramente hablando con viejos amigos recuerden dónde quedaron y si después de mucho buscar se dan cuenta que no los encuentran se los pueden pedir a sus hijos, sobrinos o ahijados, ellos se los van a prestar contentos. 
Van a ver que distinto se ve todo y sentir el enorme campo de visión que perdimos sin darnos cuenta y ningún oftalmólogo podrá devolvernos jamás.

Hasta mañana.

2 comentarios:

  1. Prat!!! faltás vos en la lista de personajes que uno se cruza en la vida amigo!!!jajajaja..y las rachas van y bien... depende como uno se lo tome...!!..muy bueno el blog!! abrazo grandee.. Hel

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  2. Totalmente Burtoniano, ver el mundo con sus tonos, sus rojos y grises, hay personas que perdieron la capacidad de observar y de viajar al mas alla de la simple apariencia, ver por los ojos del niño es abrirse al imaginarium, lo comprendo porque comprendo ese mundo lleno de matices y personajes que pone en pantalla el gran Tim, otro hombre con ojos de niño...

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