miércoles, 22 de enero de 2014

Esto empieza entero en "E"....

Empecé escribiendo epitafios entrecortados, estaba encasillado en eso, ensimismado, ensordecido en ecos eternos. Era estar escondido, expectante en el espacio exterior.
En efímeros escapes entendí el error, estaba enamorado, entonces era eso...
El estar enamorado encendía euforias espontáneas. Estados extraordinarios. Ensueño.
El encuentro embelesaba expectativas, encendía esperanzas estériles. Extasiaba.
Entusiasmado enfrenté extensas epopeyas esperando el éxito esquivo, escurridizo.
Enajenado entendí. Enamorarse es estar especulando encarecidamente el encuentro exiguo.
Entonces escribí este epitafio: "Estuvo enamorado".

End.

sábado, 18 de enero de 2014

Ciudad desierta.

Después de un par de horas nadando en pensamientos acepté que estaba a punto de ahogarme y nunca iba a encontrar la orilla así que decidí salir a dar una vuelta por el barrio para navegar otras historias.
Al salir del ascensor, la puerta de calle se recortaba luminosa al final del pasillo en penumbras, tal como lo hubiese contado Victor Sueyro. Avancé confiado, sabiendo que al otro lado me esperaba la vida, la rutina del barrio, el ruido del tránsito por La Pampa y la loca de los cactus que vive enfrente. Esa soledad acompañada de gente que uno no conoce pero lo hace sentir parte de algo mas grande que no se sabe bien que es

Al llegar a la vereda me paralicé. El mundo volvió a sorprenderme. No puedo decir con certeza cuanto fue el tiempo que permanecí inmóvil en el umbral de la vereda, aunque parecieron horas no debieron ser mas de diez o quince segundos. En la calle no había un alma.
No pasaban autos ni bicicletas, no había rastros de la loca de los cactus, ni siquiera un colectivo. Miré hacia la avenida intentando desvanecer esa especie de espejismo pero tampoco pasó nadie.
Como era de esperarse, la curiosidad se hizo presente de inmediato y comencé a caminar.
El sol pegaba fuerte así que me coloqué las gafas. Al llegar a la esquina ya estaba sudando.
Crucé la calle y caminé un par de cuadras completamente desiertas, casas y locales completamente cerrados. Los autos estacionados parecían llevar horas sin rodar y desprendían una especie de halo de calor como esos que se producen en la ruta los días de mucho sol. Decidí doblar y volver por una paralela. Lo mismo, todo cerrado, un silencio sepulcral y ni un perro de esos que te ladran cuando pasás frente a su casa.
Comencé a hacerme preguntas, habré ingresado en alguna especie de bache temporal, realmente había salido, estaría soñando, habrá alguna epidimia y no me enteré, preguntas, preguntas y mas preguntas que no iba a poder responder. Me encontré otra vez como al principio, nadando en un mar de preguntas sin respuesta del que no iba a poder salir y como eso no lleva a ningún lado era hora de regresar a casa, poner algo de música y retomar el libro que por lo menos iba a tener mas respuestas.

El camino inverso fue rápido, estaba completamente solo y ya no me distraje buscando indicios de vida, volví derechito hasta la puerta de casa. El pasillo esta vez se pobló con una sombra alargada que se arrastraba como queriendo alcanzar la puerta del ascensor. Entre para ayudarla y juntos subimos hasta el séptimo piso.
Lo primero que hice fue encender la tele, algo tenía que estar pasando y yo no me enteré.
La respuesta surgió de inmediato. La placa  del noticiero anunciaba: sensación térmica: 45° - El día mas caluroso del año!

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