lunes, 20 de junio de 2011

Revelión

Hace un tiempo volví a sentir algo que tenía guardado, como dormido. Poco a poco fui notando como se despertaba, desperezaba y comenzó a manifestarse como hacía años no pasaba. Varias veces traté de frenarlo pero por alguna extraña razón fui restándole importancia, como una especie de presentimiento algo me llevó a dejar que las cosas pasen como tienen que pasar y ahora llegué al punto en que cuesta volver a tener el control si es que realmente pueda recuperarlo. Lo venía presintiendo pero hoy está comprobado. Se me revelaron los dedos.
Tengo mucho que releer, escribir y re-escribir para un guión que puede ser el caballito de batalla de la productora y por mas que me remuerde la conciencia y sepa que en la semana se me va a complicar retomar esa tarea, estos bastardos no quieren ponerse a trabajar. Están pensando en otras cosas, quieren hablar, divertirse y hacer divertir un rato pero de trabajar nada. Los malditos no quieren tocar ni una tecla para avanzar con el guión, mucho menos pulir la sinopsis, solo quieren divagar, enredarme, hacerme lucir y humillarme todo al mismo tiempo. Justo ahora que los necesito a pleno para esta tarea tan importante los señoritos quieren tomar otros rumbos, hacerse los poetas o simplemente hablar y hablar, supongo la culpa es mía que no debí dejarlos descansar tanto porque ahora están como acelerados y solo piensan en esas cosas.
Así que siendo las tres de la madrugada y viendo que así no voy a ningún lado los traje para este lado, a ver si corretean un poco, se descargan y deciden ayudarme aunque sea un rato y ponerse a trabajar.
No veo que funcione, ahora se engancharon con este delirio y de trabajar nada.
Creo que es hora de poner orden, basta de blog, los voy a poner a trabajar. Al fin y al cabo son MIS dedos, tienen que hacer lo que yo quiera!
mmm.. ya entiendo... esto era lo que me querían decir?
Ya lo sabía pero por hoy no se puede hacer nada, paciencia muchachos y a trabajar que mañana será otro día y con un poco de suerte se descargan. Y si no los traigo de vuelta para acá a divagar un rato.
Listo, un poco de música, un cafecito y a trabajar!

sábado, 4 de junio de 2011

Amigos de por vida

Dicen que los amigos son la familia que uno elige y creo que puedo probarlo.
Esta es la historia de Maxi, uno de esos amigos que todos queremos tener. Llegó a casa cuando era muy chico, mis padres lo adoptaron y prácticamente creció con nosotros.Iba con nosotros a la escuela y al club, al regresar le encantaba pasar el tiempo con nosotros por las calles del barrio. Si salíamos a caminar, Maxi venía. Si íbamos a jugar a la pelota, ahí estaba el.
Cuando empezamos a salir a bailar lógicamente también venía, aunque nunca entraba porque detestaba la música tan fuerte pero igualmente siempre se las rebuscaba y nos esperaba a la salida del boliche con alguna chica, a veces hasta con todo un grupo! Cuántas veces habremos salido solos solos del boliche y el nos salvó la noche! No se qué le verían, pienso que era algo en su mirada pero la cuestión es que las encantaba. Muchas veces andábamos cortos de plata y nuestra mejor salida era ir con el a la puerta del boliche, con eso teníamos el éxito garantizado, pasaban montones de chicas morochas, rubias, pelirrojas, gordas, flacas, lindas, feas y todas lo saludaban contentísimas de verlo. El trataba a todas por igual, supongo que ese era su secreto, pero en consecuencia nosotros siempre ligábamos algo y hasta "el oso" uno de los chicos de la banda conoció a su actual mujer gracias a el. Todos queríamos mucho a Maxi, exceptuando a mi viejo que siempre decía que no veía la hora de sacárselo de encima, aunque yo nunca le creía, estoy seguro que en el fondo también lo quería como a nosotros. Si lo quería todo el mundo!
Le gustaba mucho caminar y hacerse amigos por todos lados. A veces venía el sodero y le decía a mi mamá -Sra. Maxi no está, no?- ella sorprendida le respondía que salió a dar una vuelta y el sodero le decía -ya me parecía! Hace rato lo vi del otro lado de la estación, le toqué bocina pero se ve que no me escuchó- mi mamá solo atinaba a sonreír y pensar en lo distraído que era Maxi.
Hubo una época en la que se le daba por traer amigos a casa. Siempre volvía con uno o dos vagos que se querían quedar a comer pero cuando llegaba mi viejo y se los encontraba los sacaba a todos corriendo, a lo mejor era eso lo que no le gustaba. Me acuerdo que una vez lo tuvo varios días sin dejarlo salir ni a la esquina y conociendo a Maxi, eso era lo peor que le podía pasar.
Poco tiempo después, ya era mas grande pero igual nos hizo pegar un susto bárbaro, se fue una tarde como quien va a hacer los mandados y no volvió por quince días. Llegamos a pensar cualquier cosa, mi hermano mas chico quería hacer la denuncia en la policía, mi mamá que es la mas trágica aseguraba que "le había pasado algo", mi otro hermano creía que se había puesto de novio con alguna extranjera y no volvería mas, mi papá estaba contento, decía que al fin había crecido y ya no tendría que mantenerlo. Yo que era el que mas lo conocía estaba seguro que andaría de joda por ahí. Incluso vinieron un par de vecinas a las que el siempre visitaba a la hora de la merienda o de la cena, por lo menos eso dijeron, a preguntar por el porque hacía tiempo que no lo veían y estaban preocupadas. También vinieron buscándolo por otros nombres y de alguna forma supimos que se referían a el, pero no que decirles.
Al final tenía razón yo y mi hermano tampoco estaba tan errado. Un día apareció como si nada con su clásica sonrisa. Lo abrazamos un buen rato y pasamos el resto de la tarde con el. Mi mamá no le habló por uno días y cada vez que se cruzaba con papá, le preguntaba por qué había regresado...
Con el tiempo, entre anécdotas y aventuras crecimos y me fui de casa, Maxi hizo lo mismo y se fue a vivir con una vecina de la otra cuadra. Volvía siempre los fines de semana cuando yo iba de visita. Nos divertíamos un rato y al anochecer nos despedíamos hasta la próxima.
Un día simplemente dejó de venir, pasaron un par de fines de semana en que no apareció y fui a hasta la casa donde vivía para verlo. La mujer me dijo que repentinamente se fue y no volvió mas, que también lo extrañaba mucho.
Entonces supe que las verdaderas amistades son para toda la vida, lástima que los perros viven muchos años menos que nosotros.




Como la mayoría de mis amigos humanos habrá notado, este cuentito está inspirado y dedicado a mi otro gran amigo: Maza.